“Seré un presidente implacable a la hora de luchar contra la corrupción que envenena el alma de nuestro país”. Retórica barata. Terminó embriagado por este delito (las coimas de Odebrecht, en primer término) y acaba de ser extraditado para que empiece a pagar. “Yo soy provinciano y fui informal. Lustraba zapatos, lavaba autos, vendía tamal y no pagaba impuestos”. La autodiscriminación con tufillo de victimización. Parece haber sido profesor de Pedro Castillo, su nuevo vecino de celda.
“Para que exista corrupción, hay un corrupto y un corruptor. Los dos merecen ser juzgados. Conmigo no había los niveles de corrupción de hoy en día”. Una verdad que empezará a cumplirse con él luego de ser alojado en Barbadillo. La parte final de su firmado solo buscaba la justificación bajo el refrán popular ‘mal de muchos, consuelo de tontos’. La impronta “mi cholo es sano y sagrado” solo podía salir de la boca de la siempre iracunda Eliane Karp.
“Yo me retiro de la política si me demuestran que he fundado una empresa (Ecoteva) en Costa Rica”. Ha estado jugando de gratis por varios años y cuando vio que había perdido el partido se refugió en Estados Unidos. Cómo olvidar, además, el cuajo con que negaba la paternidad a Zaraí. Finalmente pronunció “buenas noches, Zaraí” después de un largo litigio con pruebas irrefutables y harta presión política.
Lo cierto es que Alejandro Toledo está de vuelta y con él una serie de graves acusaciones que todo hace suponer lo llevarán a la sombra por un largo tiempo. Se cumple así la prédica del papa Francisco: “¿Qué pasa en Perú que todos los presidentes acaban presos?”.