Cuando uno enfrenta a marxistas leninistas debe tener claro que su estrategia no es convencional. Ellos no dan la cara, avanzan por las sombras y, cuando tienen el poder suficiente para cumplir su objetivo, son capaces de todo. Por eso es que su forma militar es la “guerra de guerrillas” utilizada por Sendero Luminoso y el MRTA, quienes nunca enfrentaron cara a cara al Perú, sino que se escondieron mientras realizaban atentados para difundir el terror.
Este es el mismo modus operandi de los grupos terroristas en su faceta política y utilizan diversos escenarios para el desarrollo de su lucha. La Toma de Lima, no fue solamente una marcha o una actividad de un día, sino un proceso bien diseñado para recuperar el poder perdido por la izquierda criminal tras el golpe de Castillo. El proceso de la Toma de Lima incluye hasta cuatro niveles: a) La calle, b) Los medios de comunicación, c) El Congreso y d) La Justicia. Mientras que el Perú veía desfilar a caviares, rojos y criminales en la Plaza San Martín, también veíamos cómo, desde los medios, distintos opinólogos que apoyaron a Castillo buscaban dinamitar al sistema atacando la Constitución y el modelo de Economía Social de Mercado. Por otro lado, en el Congreso, Perú Libre conseguía la segunda vicepresidencia del Parlamento y el control de la comisión de Justicia. Finalmente, recordemos que ya habían elegido al abogado del criminal Cerrón como defensor del Pueblo y, ahora, con el poder político ganado lograban el blindaje necesario para someter a la justicia.
Así, mientras los tibios se dejaron sorprender, Perú Libre avanzó cumpliendo parcialmente sus dos primeros objetivos y totalmente los dos últimos. El día 14 de agosto quedará marcado como un día oscuro para el Congreso, porque se produjo la verdadera Toma de Lima: el sentenciado Vladimir Cerrón ingresó entre aplausos de portátil y por la puerta grande al primer poder del Estado, cosa que no había logrado ni con Castillo de presidente.