No es un secreto que la relación del Gobierno y buena parte de los peruanos está cargada de tensión, sin embargo, en un sistema democrático son fundamentales los acuerdos y el diálogo. Se podrá discutir y discrepar, pero nunca darle espacio a la agresión y la violencia, algo que ocurre en estos momentos en nuestro país.

La presidenta Dina Boluarte pidió ayer que no se siga polarizando el país y que los líderes de la oposición tienen que hacer un llamado a la paz. Y al referirse a la llamada “toma de Lima”, dijo que espera que sea pacífica e invitó a los dirigentes a Palacio de Gobierno.

La alta temperatura política y social en los últimos días no debe elevarse más,. No se puede incendiar el Perú. Si bien los ciudadanos tienen derecho a protestar, es condenable que algunos traten que la violencia se imponga a la ley y la razón.

Por supuesto, el objetivo de algunas personas que generan destrucción y caos, es viciarle la atmósfera al Gobierno hasta ahogar a la mandataria y forzar su abandono del cargo. Toda esta convulsión es una estrategia de desgaste del estado de Derecho.

El propósito de imponer una agenda fomentadora de odios y extremista hasta el delirio, debe tener un contrapunto equilibrado y sensato de la presidenta Boluarte, quien no solo tiene que generar expectativas sino hacer lo justo y legal para reconstruir la paz social. Para ello tiene que tener el respaldo de los que dicen representar y defender la democracia.




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