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Dura y vergonzosa la lectura del testimonio de Miguel Atala, exvicepresidente de Petroperú, quien confesó ante el Equipo Fiscal “Lava Jato” que recibió 1.3 millones de dólares en una cuenta extranjera, depositados por Odebrecht, para entregárselos por partes al expresidente Alan García.

El fiscal José Domingo Pérez fue quien relató el testimonio de Atala durante el pedido de prisión preventiva para Luis Nava Guibert, exsecretario de la Presidencia durante el gobierno de Alan García. Esta declaración logra reforzar lo dicho días atrás por el exdirector de Odebrecht en el país, Jorge Barata, con lo que parece cerrarse el círculo de la coima.

Además, José Antonio Nava Mendiola, gerente general de Transportes Don Reyna (contratista de Odebrecht) e hijo de Luis Nava, ha dado detalles sobre cómo entregaba la coima de la empresa brasileña a su propio padre. Contó, por ejemplo, que era él quien llevaba a Barata a la casa de su progenitor.

Sin el mismo ánimo mostrado durante el primer día de las declaraciones de Barata, la bancada aprista en el Congreso, en la voz de Mauricio Mulder, afirmó que tendrán que adjuntar las pruebas, así como corroborar y contrastar los indicios contra García. Para finalizar, victimizó al exmandatario indicando que no se podrá defender de las acusaciones.

Solo quienes han comenzado a delatar al exlíder aprista saben los motivos por los que recién empiezan a declarar ante los fiscales. Desde la partida de García, al parecer el panorama legal ha cambiado. Y así lo corroboran las delaciones de su propia gente, con la que gobernó durante su segundo mandato.

Los miembros del Equipo Especial “Lava Jato” tienen que ahondar aún más en lo confirmado por Barata y Atala. Pero queda claro que el exfuncionario del gobierno aprista ha abierto una puerta hacia el objetivo final: probar que la coima de Odebrecht llegó a las manos de Alan García.