El resultado de la segunda vuelta electoral será muy ajustado. Las cifras dan una ligera ventaja a Pedro Castillo, pero aún hay disputas de votos y reclamos por irregularidades. Así que es mejor es esperar con calma.

De esta forma termina un proceso muy polarizado, lleno de fracturas, odios, conspiraciones y fake news amplificados por las redes. La primera elección que recuerdo es la de 1980. Yo era niño y volvía la democracia al Perú. Más allá de enfrentamientos y ataques entre Acción Popular y el Apra, lo que predominaba era la ilusión. Después hubo campañas electorales en las que las discusiones y pugnas no tenían fin, pero nada como hoy, que se ha visto de uno y otro bando adhesiones y descontentos que se canalizaban por caminos peligrosos. Todo el país ha sido testigo de una carga de agresividad muy fuerte y que ha terminado por originarle más problemas a los que ya tenía.

De ahora en adelante, la responsabilidad del próximo presidente o presidenta será levantar un país en cuidados intensivos y reconstruir la paz y unidad. Es evidente que afrontará una ruta de complicado tránsito, pero nada ha sido fácil para ambos candidatos en este proceso electoral. Se vienen tiempos en el que se necesitan tender puentes y estrechar lazos. Para ello, la gestión del ganador o ganadora debe tener como objetivo el restituir la capacidad de articular aquello que los ciudadanos han expresado como protesta, como grito, como dolor… Es urgente que el Estado resuelva las deudas pendientes.

Será muy importante que los discursos en defensa de la democracia y de los más pobres no haya sido solo una retórica para ganar votos.