En realidad, no debería sorprender que Alianza para el Progreso (APP), el partido de César Acuña, haya tenido entre sus afiliados al senderista Juan Santos Romero, el miserable que ya había estado en prisión por terrorista y que junto a su banda fue detenido en Trujillo al ser sorprendido adoctrinando a niños y jóvenes con su prédica de odio y violencia, para lo cual había creado un organismo de fachada llamado Voluntad Transformadora, que operaba en zonas de pobreza.

Y señalo que no debería sorprender que esto haya sucedido con APP, porque esta agrupación política se ha caracterizado por llevar al Congreso, a gobiernos regionales y a municipalidades a corruptos, ladrones de gasolina del Ejército, “mochasueldos”, plagiadores, violadores, tránsfugas y demás joyas. Ahora la agrupación de Acuña se ha consagrado con haber tenido en sus filas a un senderista que además trabajó como sereno de Trujillo mientras su líder era el alcalde de la ciudad.

Esto no puede ser casualidad, pues se trata de una agrupación que ya tiene por lo menos dos décadas de recorrido. Inexperiencia no es. Acá hay dos alternativas. O Acuña y su entorno son cómplices de esta manga de delincuentes y sinvergüenzas que llevan a cargos públicos; o el partido lo manejan con tanta informalidad, desdén y desprecio al elector y a su bienestar, que ni les preocupa tener un adecuado filtro al momento de captar candidatos y militantes.

APP debe ser la agrupación que más impresentables ha “aportado” a la política en los últimos años. No olvidemos a verdaderas joyas como el hermano del líder, Humberto Acuña, expresidente regional de Lambayeque condenado por corrupto, y el hasta hace poco alcalde de Trujillo, Daniel Marcelo Jacinto, quien más tiempo se la pasó prófugo de la justicia que en su despacho de burgomaestre de una de las ciudades más importantes del país. Luis Picón, exgobernador de Huánuco, anda en las mismas.

En las próximas elecciones, el ciudadano debería sancionar en las urnas a esta agrupación que se está burlando de los peruanos. Recordemos cuando Acuña culpó a los electores por haber votado por una congresista de su propio partido que resulto siendo una “mochasueldos”. Con él no es, simplemente se lavó las manos como trata de hacer ahora con el terruco apepista al que dicen que acaban de expulsar de sus filas luego de haberle dado trabajo de sereno y pagado un sueldo con plata de los peruanos.