A diez meses de iniciada la pandemia, el 2020 culmina con un agudo sentido de fragilidad y falta de predictibilidad para el Perú. Sin embargo, considero que este año nos deja algunas lecciones de cara al 2021, como país y como sociedad:

1. La necesidad de tener predictibilidad en la política

Este año tuvimos 3 presidentes, más de 50 ministros, y congresistas cuya falta de predictibilidad legislativa nos mantiene en un constante estado de incertidumbre. Es urgente trabajar hacia la consolidación de un sistema de partidos organizado para hacer la política más previsible. Debemos votar por candidatos con credibilidad y con equipos que aseguren un Ejecutivo estable y -ojalá- una bancada congresal que logre un buen entendimiento con el Ejecutivo. Nada fácil, pero a eso hay que apuntar.

2. El rol que cada individuo juega en el rumbo del país

En el 2020 hemos visto nuestra capacidad de agencia tremendamente limitada. La pandemia y crisis política han propagado un sentido de impotencia y frustración. Sin embargo, el año también estuvo marcado por eventos que fueron impulsados desde la acción individual de los ciudadanos. En ese sentido, la certeza de que cada uno de nosotros juega un rol esencial en el desarrollo de nuestro país es fundamental para determinar el camino que tomará el Perú.

3. La importancia de tener un estado capaz

La asimetría en el impacto de la pandemia en la sociedad peruana nos ha demostrado las consecuencias de un Estado torpe, cuya incapacidad ha llevado a la pérdida de vidas de quienes menos recursos tienen. Esto ha resaltado la importancia de tener -no solo un modelo económico que promueva el crecimiento- sino un Estado que sepa traducir ese crecimiento en mejores oportunidades para todos.

El 2021 aún es un misterio. Pero es un año en el que nuestro país debe enrumbarse hacia la solidez estructural; necesaria para que todos los peruanos vivamos en paz.