De un tiempo a esta parte, la presidenta Dina Boluarte escucha y responde en el momento que cree conveniente y en los términos que considera apropiados. Del apasionado personaje de la campaña electoral pasó a la inestabilidad de sus primeros meses en el Gobierno. Hoy se ha superado y afronta las situaciones con evidente frialdad. Quizá por eso le plantó cara a Keiko Fujimori, quien volvió a referirse al adelanto de elecciones y dijo que es un tema que “no está archivado”. La mandataria sugirió que Fuerza Popular presente nuevamente un proyecto de ley sobre el asunto y si se aprueba, convocará a elecciones generales con alegría.

Para algunos personajes del fujimorismo, la reacción de Boluarte ha sido de “piconería”, para otros políticos ha sido un emplazamiento a Keiko a medir fuerzas en el Congreso. Sea como fuera, estos enfrentamientos no son otra cosa que hechos oportunistas  impulsados por intereses que poco o nada tienen que ver con los de la mayoría de peruanos, quienes piden a gritos que les resuelvan los problemas que los afectan el día a día.

El gran problema de estos dimes y diretes es que el centro de discusión pase hoy por el juego de reproches y discusiones que generan más ruido político en un país que no aguantará más inestabilidad y caos.

Está claro que el tema del adelanto de elecciones en Perú parece estar latente y no está completamente descartado, pero hay que ser concientes que en estos tiempos las prioridades de los ciudadanos son otras.





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