Las elecciones complementarias del domingo en Lima, que son consecuencia de un anterior proceso de revocatoria, y todas las críticas que esto ha generado, deben de llevar al Congreso, donde estamos representados todos los peruanos, a revisar este mecanismo de participación vecinal que desde hace mucho tiempo ha venido aplicándose en el resto del país, no siempre de la mejor manera.

Si generan mucho gasto al Estado, si son una pérdida de tiempo, si no dejan trabajar en paz a las autoridades electas por cuatro años o si provocan la proliferación de personajes de dudosa reputación que buscan tumbarse un presidente regional, un alcalde o un regidor con fines netamente proselitistas, es algo que debe verse desde este momento y antes de la elecciones del 2014.

Las revocatorias se introdujeron en la Constitución de 1993 y se han venido llevando a cabo en diferentes zonas del país, sin que muchos se hayan dado cuenta, hasta que sucedieron en Lima. Es momento de evaluar si se mantienen como un mecanismo de participación ciudadana, se modifican o simplemente se eliminan.

Lo que sí debe de tenerse en cuenta es que si las revocatorias y las elecciones que las complementan van a seguir de acuerdo a la Carta Magna vigente, sería muy positivo para el país y la democracia que se adapten y que se impida que se vuelvan en un trampolín de politiqueros de poca monta como los que hemos visto en los últimos años promoviendo este tipo de mecanismos que podrán ser muy legales, pero muy ajenos a la ética y las buenas artes.

Es muy positiva la democracia participativa, pero no de la forma en que se ha venido llevando a cabo en los últimos años en todo el país, aunque nos hayamos dado cuenta de sus dificultades solo cuando las tuvimos en la capital.

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