Inmediatamente después de que el Congreso votara abrumadoramente por la vacancia de Martín Vizcarra, sus “viudas” iniciaron una feroz campaña de demolición contra el congresista Manuel Merino – quien asume constitucionalmente las funciones del presidente vacado– y contra todo el Congreso, para cuestionar el acto, argumentando que carecen de legitimidad para hacerlo y que por ende, se trata de un “golpe de estado”.

Medios que sobreviven gracias a la publicidad estatal, “constitucionalistas” a la carta, “opinólogos” ya conocidos, pero sobre todo, políticos oportunistas (que evidenciaron su afinidad con el vacado) concordaron en trasmitir, día y noche, una serie de mensajes carentes de rigor pero efectivos en el ánimo de la población: “Lo que pretenden es tumbarse la reforma educativa y a la SUNEDU”; “van a asegurar la ‘repartija’ en la selección de magistrados al TC”, “bajaron las acciones en la Bolsa”, “subió el dólar” “subieron los precios de los productos en los mercados”, para luego decir, ante un gabinete ya nombrado, que son ministros “que no representan las fuerzas políticas representadas en el Congreso” y que pueden negarle la confianza con ocasión de la investidura.

Las “viudas” del vacado alentaron con su campaña mediática a que la gente, jóvenes en su mayoría, tomara las calles y expresara su protesta, inconscientes de la manipulación de la que están siendo objeto por parte de aquellos que solo defienden sus intereses, dinerarios unos, políticos los otros, exponiendo irresponsablemente a la población a un rebrote de contagios entre los asistentes a las marchas y sus familias.

Pero si de oportunistas se trata, la convocatoria a las marchas también fueron aprovechadas por los movimientos extremistas que no ocultaron sus intenciones de promover, desde una nueva constitución y una Constituyente hasta, incluso, una revuelta a “la chilena”.

Surge la interrogante de cómo la autoridad pueda justificar la prohibición de asistir a las playas o de reunirnos con la familia, si, presionado por los medios, permitió la concentración tan grande de personas, exponiéndolos a un riesgo tan peligroso como innecesario.

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