Que esta crisis política nos sirva de lección. Quien mal anda mal acaba. La soberbia no es buena consejera. Es una pena lo que ocurre en el país, no nos merecemos los gobernantes que elegimos: seis presidentes en siete años, casi a un presidente por año. No fue porque era campesino, maestro y un ciudadano de pueblo, sino porque no supo gobernar, no estaba preparado; no tuvo la humildad y la modestia para afrontar la gran responsabilidad de conducir el país. Pudo haber sido un gran presidente, si desde su condición de profesor de primaria hubiese demostrado una increíble capacidad de transformar una situación adversa, como hacer que no haya más pobres en un país rico. Lamentablemente, no fue así, le ganó la ambición de poder y tener sin saber nada. Lo peor fue haber caído en el hoyo de la corrupción. Decía que no era corrupto, pero corrupto no sólo es el que comete un delito, sino quien consiente que los suyos, su entorno sean corruptos. Consentir la corrupción es corrupción.

Qué lejos están los gobernantes de liderar con humildad. Habría que asumir las doce lecciones del papa Francisco, quien es un ejemplo de liderazgo en el mundo, cuando dice que la humildad y una vida de riquezas materiales no son compatibles.

“Debemos ser humildes, pero humildes de verdad, de la cabeza a los pies”, también honestos. En fin, viene a la memoria el cardenal Pedro Barreto, quien dijo que el presidente le haría el favor al país si renunciaba; y le hizo un gran favor al “meter la pata”. Y nosotros le haríamos un favor al Perú si supiéramos votar y “no meter la pata” en cada elección.

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