Todo intento por contar la verdadera historia de lo que pasó en nuestro país desde la irrupción terrorista de mayo de 1980 a fin de impedir que nos vuelva a suceder una tragedia similar, caerá en saco roto mientras se siga permitiendo que profesores con pasado filoterrorista y terrorista continúen en las aulas esparciendo su veneno y reivindicando la “filosofía” de odio y violencia salida de la mente retorcida del criminal fallecido Abimael Guzmán Reinoso (a) “Gonzalo”.

La realidad de la infiltración extremista la tenemos hoy al alcance de la mano tras la instauración del gobierno marxista leninista del profesor Pedro Castillo, quien estuvo al frente de una huelga de docentes pertenecientes a un sindicato hermanado con Sendero Luminoso a través del Movadef. Mucho se ha hablado del accionar de estos personajes como revoltosos y extremistas, ¿pero nos hemos preguntado qué pueden estar enseñando en las aulas a los niños y jóvenes que serán ciudadanos del Perú?

Veamos nomás a Iber Maraví, el surrealista ministro de Trabajo y Promoción del Empleo. Este señor, cuyo nombre consta en atestados policiales relacionados a atentados dinamiteros, ha sido profesor de aula de menores de edad, al igual que el ya célebre César Tito Rojas, cabeza visible del Movadef en Puno que hace poco estuvo en Palacio de Gobierno. Al conocer su discurso a través de los medios, es fácil imaginar el tipo de lecciones que han venido impartiendo.

Profesores pertenecientes a un sindicato hermanado a una banda armada son un peligro en el aula. Es verdad que existe una norma que impide que los condenados por terrorismo dicten clases. Sin embargo, habría que ver qué se hace con aquellos que sin haber sido sancionados legalmente tienen una evidente militancia senderista y que sin freno alguno están dedicados a contaminar la mente de niños y jóvenes que reciben formación del Estado, que además tiene que pagar el sueldo a estos impresentables.

Lamentablemente, un gobierno como el de Pedro Castillo no moverá un dedo ante esta realidad, teniendo en cuenta su cercanía con el Movadef. Esto no es “terruqueo”. Es una realidad que se conoce desde la huelga que encabezó en 2017. Además, lo ratifica la presencia en el gabinete ministerial de gente como Guido Bellido e Iber Maraví. Dicho esto, queda claro que el camino que llevará a sepultar el mensaje del terrorismo genocida de la sociedad, será muy largo.