El nuevo Congreso tiene un reto importante: legislar a favor del país en medio de una pandemia y con una complicada situación económica. Para lograrlo no será suficiente tener buenas intenciones. Una ley bien intencionada, pero sin un análisis económico serio, y sin haber sido adecuadamente debatida, puede terminar generando un impacto negativo no deseado.

¿Cómo enfrentar este reto? Primero, es importante dejar de lado las falsas dicotomías que dañan el debate político. Es muy negativo plantear los debates desde posiciones en las cuales uno es el que defiende todo lo bueno, y el otro, por no estar de acuerdo conmigo, representa intereses ajenos al bien común. Estas actitudes están especialmente presentes, por ejemplo, en discusiones sobre derechos laborales o pensiones.

Segundo, se debe escuchar a los expertos y sectores involucrados. Ello permite entender la complejidad detrás de las discusiones, tomar en cuenta ángulos del problema que podrían haber pasado desapercibidos, y es una buena manera para alejarnos de las falsas dicotomías a las que hacía referencia en el párrafo anterior.

Tercero, es importante que la exoneración del trámite de comisión sea efectivamente la excepción y no la regla, como manda el reglamento. La lógica detrás del debate en comisiones es poder debatir a profundidad, contar con opiniones técnicas y tener el espacio para mejorar las propuestas.

Finalmente, alejar la tentación populista de un Congreso que está trabajando a meses de iniciarse el próximo proceso electoral. Los partidos y los políticos deben entender que el hemiciclo no es el lugar para buscar el aplauso fácil, sino para tomar decisiones difíciles (muchas veces impopulares) que ayuden a enfrentar esta compleja realidad.