Me ha llamado la atención la reciente foto de Lilian Tintori, esposa del líder opositor venezolano Leopoldo López, preso en el funesto recinto de Ramo Verde, teniendo en brazos a uno de sus dos hijos en Madrid mientras pronunciaba una conferencia a los jóvenes de esa ciudad sobre los derechos humanos y el respeto de los valores en la familia. Desde que su esposo fue detenido y condenado injustamente por el régimen de Nicolás Maduro a más de trece años de prisión, Tintori nunca se amilanó. Al contrario, se volvió la principal activista por la liberación de su esposo y de los demás presos políticos que yacen en las cárceles del país. Los hijos de Leopoldo y Liliana están creciendo en un contexto difícil. Siempre será traumático cuando en la familia falta uno de sus integrantes, y Lilian lo están viviendo. La joven madre ha reiterado que no descansará hasta ver libre a su esposo. Mientras ella se muestra admirablemente persistente en su lucha, Nicolás Maduro, lleno de terquedad y capricho, vuelve a decir, por cuanto medio le es posible, que no dejará libre a Leopoldo. En ese marco de sobresaltos, de avances y de retrocesos en ver pronto fuera de la cárcel a su amado esposo, la señora Tintori hace rato que se ha convertido en la mayor activista por la libertad en Venezuela. A ella no le importa viajar por el mundo entero con tal de lograr ese objetivo. Ha superado las expectativas de otros luchadores sociales en el país. Ella a veces lleva a consigo a sus hijos, como ahora, en que además ha contado con los padres de López. Dura es la vida que está tocando a esta joven madre y a sus dos hijos, que han sido impactados por la ausencia del indómito padre encarcelado.

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