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Parece que la Municipalidad Metropolitana de Lima se ha convertido en un gran panal en cuya colmena quieren aterrizar 20 abejones -sí, una veintena- para regodearse con miel y borrar el je, je, je, je de Luis Castañeda Lossio, que a estas alturas ya le sabe a hiel a la población.

Habrá que empezar a rogar a los cuatro vientos para que alguna de estas 20 abejas, en el papel de abeja reina, pueda finalmente aplicarle la curativa apiterapia a los consabidos problemas que tiene la capital, porque la gente ya está hasta la coronilla del caos a diestra y siniestra.

Y aquí quiero insistir con una pregunta que lancé en mi videocolumna del noticiero Correo a las 6: ¿sabrán cabalmente estos 19 señores y una señorita en lo que se están metiendo? Agréguese la animadversión total que registra la clase política a partir de escándalos de corrupción, como el caso “Lava Jato”.

Tengo además la impresión de que varios de estos abejones postulan al sillón municipal porque no tienen otra cosa que hacer, buscan un poder protector o simplemente gustan de los juegos de azar. Y ese es un tremendo riesgo al que debemos cerrarle el paso el próximo domingo 7 de octubre votando con la cabeza, no con el dedo.

Lima, más que un alcalde, necesita un gerente con dos dedos de frente, y mejor si es un alcalde-gerente y que piense en modo cemento, es decir, en obras realmente utilitarias; pero también en modo metamorfosis, porque el recurso humano urge un cambio de pensamiento, palabra, obra y omisión. Todos hacen lo que les pega la gana con la capital, la otrora Ciudad Jardín.