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Mientras en Lima, la mugre de nuestro sistema de justicia sigue aflorando del subsuelo a punta de frases como la de los “diez verdecitos”, o aquellas que ilustran los arreglos bajo la mesa para nombrar jueces y fiscales por encargo de los amigos, en otro sector del país, en Vizcatán, en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), fue asesinado por narcoterroristas el oficial de mar segundo AP José Paredes Collazos.

Ocurrió ayer, cuando comandos de las Fuerzas Armadas y la Policía intervenían un campamento donde los narcoterroristas retenían a un menor de edad. Fue durante un tiroteo que cayó el efectivo de la Fuerza de Operaciones Especiales (Foes) de la Marina, en una acción como las muchas que llevan a cabo valientes peruanos de uniforme, al tiempo que acá los señorones de medallas en el pecho y carros con escolta andan haciendo sus movidas y arreglos para ganarse alguito.

Precisamente, el lunes último estuve en el Güeppí, provincia de Putumayo, región Loreto, en el extremo norte del país, triple frontera con Colombia y Ecuador, cubriendo una operación contra el narcotráfico. Fueron 373 militares y policías los que trabajaron por varias semanas en condiciones muy difíciles, con absoluta discreción y desconectados de todo porque ahí no existe telefonía ni internet, para frenar la producción de cocaína en la zona y capturar a los mafiosos.

Peruanos así, como los que exponen y hasta dan su vida en el Vraem o en el remoto Güeppí, son los que en estos momentos nos deberían hacer ver que no todo está podrido y que hay muchísima gente valiosa en nuestro país, por más que hoy estemos siendo testigos de la manera en que algunos malos jueces y miembros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), como aquel que se tiró al piso en el Congreso, manejaban el sistema de justicia.

Que el lodo que va brotando en estos días no nos impida ver que existen miles de peruanos valiosos como el asesinado oficial de mar Paredes Collazos, a diferencia de jueces y fiscales como los de los audios, o como aquellos que liberan a asesinos y violadores, reciben coimas, sueltan a quienes agreden de la autoridad y se hacen los locos con casos como el de “Lava Jato”, que hace tiempo no va ni para atrás ni para adelante, para bien de los corruptos.