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La juramentación de Pedro Chávarry como nuevo fiscal de la Nación se produce en uno de los momentos más oscuros para la justicia peruana, solo comparable con el que se vivió tras la caída de Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos; y es de esperarse que este magistrado sea el primero de todos los que hacen falta en las cabezas de las diferentes entidades del sistema de justicia, hoy acéfalas, para hacer cambios a fondo.

Tengamos en cuenta que el fiscal Chávarry asume el cargo a pocas horas de la renuncia del presidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez; de la salida del titular del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), Orlando Velásquez, junto a varios de sus consejeros; y cuando aún no hay ministro de Justicia y Derechos Humanos ante la renuncia de Salvador Heresi, hace una semana; todo esto por el escándalo de los audios ya conocidos.

En primer lugar, es de esperarse, por el bien de la institucionalidad del país, que el fiscal Chávarry permanezca en el cargo y que en los próximos días o semanas no vaya a tener que salir por la puerta falsa, porque aparecieron más audios que lo implican en movidas nada santas. Dicho eso, también sería bueno que una vez firme en su puesto, comience a limpiar su institución, que ha sido salpicada por este escándalo que nos ilustra la forma en que ha sido manejada la justicia en el Perú.

Lo mismo habría que pedir a quienes en los próximos días se pongan al frente del Poder Judicial, el CNM y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, hoy acéfalos, pues sería imposible seguir con la gente que hemos conocido a través de los audios, los cuales han mostrado actitudes lamentables en la cúpula que, sin duda, son la punta de un iceberg que tiene como base a la gran injusticia que los jueces y fiscales de instancias menores aplican a los ciudadanos de a pie.

La fumigación en el sistema judicial tiene que ser total. No queda otra. Además, la calle está caliente. Ojalá lo logre la comisión nombrada por el presidente Martín Vizcarra, que deberá trabajar con quienes asuman las cabezas de las instituciones mencionadas luego del terremoto que las ha sacudido. Si luego de todo el escándalo no hay cambios decisivos, se habrá mecido una vez más a los peruanos con la tan mentada reforma del sistema de justicia.

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