En las últimas horas el país ha vivido entre la sorpresa y el estupor. La difusión de unos audios desató una crisis política que derivó en la admisión de una moción de vacancia contra el presidente Martín Vizcarra, el anuncio de la presentación de una demanda competencial para que el Tribunal Constitucional dirima sobre los alcances de la “vacancia de incapacidad moral permanente” y el innecesario manoseo de las Fuerzas Armadas, tanto desde el Poder Legislativo como desde el Ejecutivo.
Ahora la fuerza de los vacadores parece irse diluyendo y lo más probable es que no logren los 87 votos. Sin embargo, el jalón de orejas al presidente Vizcarra está dado, por lo que en primer término, para tratar de llevar la fiesta en paz con el país que se ha tenido que tragar su forma de manejarlo y sus nexos con un personaje como Richard “Swing”, debería limpiar el Despacho Presidencial de elementos dudosos y cuestionados.
El centro de poder del país no puede ser manejado como un pequeño gobierno regional, solo con amigos y coterráneos. Ya salieron Mirian Morales y Karem Roca. Pero faltan más. ¿Lo hará el presidente? ¿O todo seguirá igual bajo el argumento de que lo sucedido fue un invento de los “monopolios”, de los afectados por los “octógonos” o de las “fuerzas oscuras”?