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Pocas cosas son tan irrisorias como la facilidad de los políticos para hacer todo un banquete de una mala noticia.

Y es que lo que para usted y para mí es una mala noticia -como, por ejemplo, que en el 2017 la pobreza haya aumentado o que una mujer haya sido prendida en fuego en un bus-, para los hambrientos de poder es, en realidad, una oportunidad para la autopropaganda.

Ni siquiera el hecho de que su gobierno haya sido el autor de la hiperinflación más alta de la historia del Perú impidió que Alan García haga de la terrible noticia del aumento de la pobreza monetaria en el 2017 toda una fiesta. ¡Hasta insinuó que si por él fuera la pobreza hubiera seguido reduciéndose!

Un entusiasmo similar invadió -cómo no- a nuestra izquierda, cuyos voceros no dudaron en, para variar, achacar la culpa a la Constitución y al modelo por la noticia, como si bajo ese mismo modelo la pobreza no se hubiera reducido en más del 50% en 10 años.

Lo más indolente, sin embargo, es cómo diversas autoridades que poco o nada de caso han hecho a la lucha contra la violencia contra la mujer han aprovechado un nauseabundo crimen como el ocurrido contra Eyvi Ágreda para el autobombo.

A todos ellos no estaría de más recordarles que la ciudadanía, en este particular momento, está cansada de una clase política que mucho habla y poco hace. Quizás así se comprometan a realizar medidas con resultados tangibles y no simplemente propuestas populistas para apagar el incendio. De no ser así, su oportunismo les será recordado.