Ayer por la noche el Poder Judicial anunció lo que esperaban todos los peruanos que creen en la democracia y el estado de derecho. Se dictó detención preventiva contra el golpista Pedro Castillo, por lo que deberá afrontar privado de libertad el proceso que le espera por quebrar el orden constitucional y pretender instaurar una dictadura que iba a implicar detenciones arbitrarias con la de la fiscal de la Nación.

Era lo mínimo que se podía esperar para Castillo, quien desde el momento mismo del golpe de Estado pretendió huir a la Embajada de México en complicidad con el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, al que se han sumado mandatarios para el olvido como el de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; y Colombia, Gustavo Petro. La fuga estaba asegurada. De eso no hay la menor duda.

No se debe hacer leña del árbol caído, pero sobre Aníbal Torres, fue patético ver ayer a su defensa apelando a su avanzada edad y a una enfermedad, para no ir detenido, cuando hace pocas semanas todos los peruanos veíamos a este sujeto botando por la boca solo resentimiento, complejos, odios y división entre los peruanos, todo por defender a quien la Fiscalía de la Nación sindica como el cabecilla de una banda de asaltantes de fondos públicos.

Castillo y Torres, así como algunos exministros implicados, son indefendibles. El mundo entero ha visto el mensaje del entonces presidente anunciando la disolución del Congreso y la toma del sistema de justicia, lo que acá o en cualquier parte del mundo es un golpe de estado. No hay más que discutir, salvo que el sesgo, el fanatismo o quizá algún interés subalterno, impidan entender la gravedad de lo cometido por esta gente.

Fueron a llorarle a la OEA a decirle que les querían hacer un golpe de Estado, pero al final los quejosos fueron los golpistas. Cómo será esto de evidente que hasta este organismo multilateral con Luis Almagro a la cabeza, se ha quedado callado. Han hecho un papelón internacional por creerle a un farsante como Castillo, quien seguramente con su cara de “pobrecito” y su rollo de “soy profesor rural y campesino” los hizo caer rendonditos.

TAGS RELACIONADOS