El que para algunos fue artífice de la transición de la dictadura militar a la democracia peruana es ahora un condenado a cadena perpetua como uno de los responsables aquí de la Operación Cóndor. Se llamó así al plan que coordinaron y desarrollaron las cúpulas dictatoriales de varios países latinoamericanos para neutralizar o eliminar a los opositores -de izquierda- a la implantación de regímenes liberales, liderados por Estados Unidos. Se atribuye la autoría intelectual a Henry Kissinger, entonces secretario de Estado de EE.UU. Eso quiere decir que cuando cae Juan Velasco Alvarado y asume la conducción del Gobierno Revolucionario de las FF.AA., termina la fase socialista de la revolución y se produce un giro a la derecha. Para decirlo en clichés simplistas, íbamos hacia un socialismo que, salvando las distancias o equivalencias, nos colocaría en la situación de Venezuela, con sus Chávez y Maduros. O, por qué no, esquizofrenias más o menos, en el proyecto que quiere vendernos Antauro Humala y los Acuñas que invierten en él. Esto de prometer fusilamientos de gays y corruptos en sus planes de gobierno captan la atención de quienes la reforma política busca que no sean el número que coloca en el poder a las miserias que hoy sufrimos en el Congreso. ¿Qué podrían tener en común Kissinger y Antauro Humala, aparte de fusilamientos y desapariciones de sus opositores? Las dictaduras, la corrupción del poder, los abusos y violaciones del Estado de derecho, no tienen ideología propia. Solo son excusas diferentes para justificar la puerta de acceso al poder y de su prolongación. Cambian los estilos y los discursos, el fondo y los resultados son los mismos. La condena para el exdictador Morales Bermúdez quizá solo sirva para el registro histórico, pero lo de Humala es una advertencia.