En una charla con jóvenes llegamos al controvertido tema del aborto por violación. Coincidimos en que este debería despenalizarse y que para una mujer abortar era la decisión más difícil de su vida sin importar la religión, pues deshacerse de un hijo es lo más difícil, incluso si este proviene de un acto delictivo y salvaje como una violación.

El verdadero problema del aborto por violación es la falta de apoyo del Estado. En estos casos la mujer debería tener la pastilla del día siguiente, pues quizá pueda prevenir el embarazo; luego tener todas las posibilidades de dar a su bebé en adopción; y, finalmente, tener el aborto como última opción.

Deberíamos contar con centros profesionales para el cuidado de la mujer gestante y la posterior entrega a su hijo para la adopción. Estos centros servirían a cualquier mujer que no quiere o no puede tener a su hijo luego del parto.

La política de adopciones peruana es perversa. Ni adopciones de niños en absoluto abandono, con familias que los quieren tener como hijos, se materializan. Toda la política de adopciones debe revisarse y cambiarse a los funcionarios públicos por nuevos que velen por los niños y no por sus puestos.

Ojalá el MEF permitiera asignar, vía Obras por Impuestos, dinero para hogares de niños en abandono y madres gestando para adopción. Ojalá el Ministerio de la Mujer le diera una oportunidad de vida a tanto chico abandonado; ojalá los congresistas hicieran una nueva ley de adopciones teniendo al niño como eje y ojalá alguna empresa se animara a liderar este tema.

Alguien debería atender a una de las poblaciones más vulnerables y ocultas: los niños abandonados, pues sí, también son peruanos.