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Al congresista del Frente Amplio Marco Arana poco le importan los muertos, la imposición de una ilegal Asamblea Nacional Constituyente, la corrupción, la toma de los poderes públicos, los agravios al presidente Pedro Pablo Kuczynski y la existencia de presos políticos en Venezuela, pues el exsacerdote cajamarquino, al igual que gran parte de la izquierda de este país, considera que la expulsión del embajador chavista en Lima ha sido “desacertada” y un “exabrupto”.

Esta alucinante declaración no hace más que confirmar la postura de lo que queda de su agrupación política en el Congreso de no expresar una condena frente a lo que sucede en Venezuela. Para esta gente no importan las atrocidades de una dictadura impresentable que ha sido declarada como paria por diversos países, incluso algunos de ellos con gobiernos “progres”. Solo le importa no chocar con el “compañero de ruta” Nicolás Maduro.

El congresista Arana condena la “injerencia” de los países de la región al tratar de encontrar una solución a la crisis venezolana. Ojalá hubiera reaccionado con la misma energía cuando Venezuela y Brasil metieron por acá su plata y sus influencias para que haya un gobierno de izquierda como el que le gustaría al legislador. Cuando postuló con Verónika Mendoza hace año y medio, ¿no sabía que esta había sido brazo derecho de la Nadine Heredia de polo rojo y chavista?

Y ya que hablamos del congresista Arana, sería bueno saber qué está haciendo desde su posición de legislador ante el alarmante índice de pobreza que golpea a Cajamarca, su región, que está sumida en una terrible situación en gran parte por la caída de la minería, esa que el exsacerdote rechazó con marchas y paros hasta que lo consiguió. Claro, luego postuló al Congreso y salió elegido, aunque con las justas y en medio de reclamos.

Con posturas como las del Frente Amplio, sus aliados, amigos y afines, queda claro que quienes forman parte de la izquierda peruana se quedaron en los años 60 y 70, tal como hace poco lo puso en evidencia el congresista Manuel Dammert, y que pasará mucho tiempo para que maduren y se den cuenta de que, así como van, poco a poco se están convirtiendo en actores políticos incluso pintorescos, y no en una alternativa más o menos seria para futuras elecciones.