Causa indignación el fraterno y cómplice silencio de un gran sector de la prensa ante la gravedad de los contenidos en los audios que involucrarían a Castillo y a su entorno más íntimo en actos de corrupción. No es de extrañar, que se trata de la misma prensa que, hasta hace poco, era aliada incondicional del lagarto Vizcarra y del “inmaculado” Sagasti.

Esta prensa, que en tiempos donde la democracia está verdaderamente amenazada, tiene una actitud silente y parece no importarles el bien común, los intereses de la población y mucho menos el futuro del país. En otras ocasiones, por menos razones, convocaban —al unísono— a la juventud a tomar calles y plazas, ahora sabemos que ¡no era amor a la democracia! Estos mercantilistas de la información fueron y son parte del asalto a las arcas públicas, y comprueba una vez más, que la millonaria publicidad estatal suaviza a los medios de comunicación y endulza la objetividad de muchos periodistas ¡Esta convivencia y complicidad no es gratis!

Otros que intentan pasar desapercibidos guardando silencio sepulcral son las internacionales ONGs defensoras de la legalidad, la transparencia y la ética. ¿Dónde quedaron esos “sabuesos de la investigación” financiados por la Open Society?, ¡qué fue de ellos y ellas!

Los audios de la corrupción han revelado, sin lugar a dudas, a esos cómplices del silencio cuyo propósito es distorsionar la realidad y desviar el foco de la opinión pública de Palacio. Esta prensa responde a intereses propios y se han convertido en instrumentos de persecución y acoso; que acusan, juzgan y condenan a políticos opositores. Por el contrario, junto a la caviarada local posan en altares mediáticos a falsos valores como referentes de honestidad, cuando en el fondo, es la escasa moral, su mayor pergamino.

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