GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

La oposición en el Congreso de la República está buscando la puerta medio abierta de la responsabilidad política del Gobierno sobre el censo del último domingo, y no es para menos. En este caso, Aníbal Sánchez, el renunciante jefe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), sería el descuidado mayordomo, mientras que la gestión del presidente Pedro Pablo Kuczynski, el irresponsable patrón.

“Muerto el perro, se acabó la rabia” sería la estrategia del Gobierno para que las deficiencias del censo no terminen por transmitirle la enfermedad. Aunque creemos que la reacción política del oficialismo ha sido más o menos rápida, al parecer todavía es muy pronto para apagar la mecha y voltear la página.

Por ejemplo, las largas colas de empadronadores pugnando por los 50 soles -cartón incluido- que les ofrecieron por trabajar el día del censo son la mala señal de que el problema puede reavivar aún más el fuego de la crítica. ¿Por qué tanta indolencia de parte de los responsables del INEI y del propio Gobierno por apagar este incendio?

Los errores del censo no solo involucran al personal que laboró el pasado domingo, sino también estos convenios firmados con las universidades privadas, pues al menos dos de ellas están relacionadas con grupos políticos. Pero si vemos el fondo del asunto, hubo la necesidad de la institución por falta de presupuesto. Preguntamos: ¿nadie previó que este pacto con particulares podría ser un búmeran?

Así podemos seguir detallando la cadena de traspiés suscitados alrededor del censo, con un responsable directo que se ha puesto la soga al cuello a la brevedad posible para evitar daños colaterales que afecten la gobernabilidad. No sabemos si resultará la estrategia, pero se le ha hecho un tremendo daño a la institucionalidad del Estado. La oposición está servida.