Febrero es un mes de profunda trascendencia en la historia del Perú, pues se recuerda la valerosa intervención de las Fuerzas Armadas en defensa de la integridad nacional durante las operaciones del Alto Cenepa, en 1995, en la frontera con el Ecuador, y el honor e hidalguía con que lucharon nuestros aguerridos aviadores que sobrevivieron y los que ofrendaron su vida.

No debemos permitir que el olvido ensombrezca la epopeya del Cenepa ni a sus protagonistas. Muy por el contrario, es indispensable que la Nación mantenga presente en la memoria colectiva la férrea voluntad y patriotismo que mostraron nuestros compatriotas para sobreponerse a la adversidad y lograr preservar los intereses nacionales.

La Fuerza Aérea del Perú se siente orgullosa de haber contribuido significativamente con la defensa de la soberanía , entregando los nombres de aviadores que ofrendaron sus vidas por la seguridad del país. Este accionar no solo pertenece al siglo pasado, sino que seguimos firmes y convencidos que la razón de ser, será siempre su vocación de servicio para defender lo nuestro, aun a costa de su propia vida.

Estos hechos los convierten en defensores, combatientes y aviadores de honor, responsables de contribuir con la paz y el cierre definitivo de nuestras fronteras, un anhelo y esfuerzo concretado que forma parte de nuestra historia.

Gracias a los heroicos aviadores coroneles FAP Marco Schenone Oliva y Víctor Maldonado Begazo, comandante Enrique Caballero Orrego, a los mayores Percy Phillips Cuba y Miguel Alegre Rodríguez, el capitán FAP Raúl Vera Collahuazo y el técnico FAP Eric Díaz Cabrel, por enseñarnos que el valor es eterno, que el sacrificio por la Patria es una ofrenda sagrada y que nosotros nunca lo olvidaremos: ¡Arriba, siempre arriba!, ¡Viva el Perú!