¿Qué lectura se puede dar a que la presidenta de la República, Dina Boluarte Zegarra, necesite una comitiva de al menos 12 vehículos y sus correspondientes escoltas de Seguridad del Estado para asistir a una ceremonia oficial en el Cuartel General del Ejército?
Será acaso un intento de evitar lo ocurrido a inicios de semana cuando, en otra actividad oficial, un grupo de personas ejerció su derecho a la libertad de expresión y le hizo saber a la presidenta que no estaban satisfechos con su accionar ni con sus respuestas sobre las joyas que ostentó y luego intentó negar.
No estamos diciendo que la mandataria deba relajar su seguridad, pero ya que fue a su abogado solo con dos vehículos, los mismos que estuvieron cerca al lugar donde la policía sabía que estuvo escondido el prófugo menos buscado del país, Vladimir Cerrón, cabe preguntarnos ¿a qué se debe este inusual despliegue de fuerza?
La presidenta no va a poder evitar que la gente le diga lo que piensa, así informe de su agenda 15 minutos antes de sus presentaciones para evitar que la prensa pueda llegar a hacerle preguntas que no quiere responder.
Que disfrute el tiempo que le queda como mandataria y de todas las prerrogativas que le da el poder que ya viene ostentando más tiempo que su antecesor, pero que no deje de mirar dónde terminó él.