No hay duda que la empresaria inmobiliaria Sada Goray tiene mucha suerte, pues a pesar de los delitos que se le atribuyen y que ha reconocido haber sobornado a funcionarios públicos, no tiene restricción alguna e incluso se encuentra fuera del Perú, de donde salió hace apenas unas semanas tras permanecer acá tres días, tal como hemos dado cuenta ayer en Correo Lima.

Por mucho menos de eso, hay gente que ha ido a parar a la cárcel de manera preventiva. No obstante, el Ministerio Público actúa con total benevolencia frente a esta señora que ha aceptado el pago de coimas que según el receptor del dinero, Salatiel Marrufo, iban a parar a las manos del entonces presidente Pedro Castillo, el que dio un golpe de Estado en momentos en que todo esto iba saliendo a la luz.

No olvidemos que casi mientras Marrufo hablaba públicamente de las irregularidades, Castillo daba el golpe de Estado que le costó el cargo y también su libertad, tal como lo manda la ley.

Hasta donde se sabe, el “reinado” de Goray acabó junto con el régimen de Castillo, en el que ella se daba el lujo de colocar funcionarios que eran serviles a sus intereses, a cambio de dinero. ¿Por qué tanto privilegio ahora? Es algo que el Ministerio Público, tan duro con otros, debería explicar.


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