La fragmentación parlamentaria que hemos comentado varias veces en el caso peruano es un fenómeno común en la tradición europea continental, en contraste con los sistemas anglosajones que tienden hacia el bipartidismo. El domingo 7 de julio, las elecciones parlamentarias francesas otorgaron la mayoría al Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda compuesta por la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, el Partido Socialista, los Verdes y los Comunistas. Otras fuerzas destacadas incluyen la coalición Ensemble, de centro-derecha y liderada por Macron, y el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. El resto de los escaños se distribuye entre candidatos independientes y otras formaciones más pequeñas de centro-derecha.
Las elecciones parlamentarias francesas se organizan mediante coaliciones electorales formadas por diferentes partidos que se unen con el fin de agrupar votos. Para lograrlo, acuerdan una agenda mínima y luego se reparten las candidaturas. Una vez finalizados los comicios, la Asamblea Nacional queda conformada por los representantes de cada partido; así, la Francia Insumisa de Mélenchon es el partido más votado de la coalición, con 78 diputados, seguido por los socialistas con 68.
De momento el presidente Macron conservará su gobierno, pero deberá asegurarse un apoyo mínimo en la Asamblea Nacional, negociando con las fuerzas más moderadas. Un factor agravante es que su alianza oficialista perdió 82 escaños y también la mayoría simple que tenía desde 2022; lo que complica el nombramiento de un primer ministro de por parte del jefe de Estado, que necesitará una mayoría absoluta (289 diputados) para evitar una eventual y futura censura.