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Luego de lamentar la tragedia ocurrida en Ecuador bajo el devastador movimiento de tierra de 7.8 grados, los peruanos tenemos que sacar algunas lecciones que coadyuven a terminar menos afectados en caso de producirse un terremoto de similares características en nuestro país.

Como bien sabemos, el Perú forma parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, un conjunto de fronteras de placas tectónicas situado en las costas del océano Pacífico y que concentra la principal actividad sísmica y volcánica del planeta. Y eso debe tenernos en alerta constante, por decir lo menos.

Por ejemplo, resulta imperativo, urgente, saludable y de cumplimiento casi obligatorio que se respeten y cumplan los simulacros de sismo que organizan las autoridades respectivas. En los colegios, el Ministerio de Educación ha pauteado ensayos para los días 22 de abril, 31 de mayo, 7 de julio, 13 de octubre y 15 de noviembre, y serán excelentes oportunidades para, de la mano con el alumnado, seguir anotando conclusiones en el objetivo de encarar de la mejor manera los desastres de estas características.

Está demostrado a nivel de estadísticas que cuesta más dinero recuperar la infraestructura dañada de un pueblo que invertir en medidas de prevención afines. Bajo esta premisa, la población debe empezar a tomar conciencia de que tiene que estar preparada para cualquier emergencia.

Ojalá que, como ocurre en otras naciones, casi el 100 por ciento de la ciudadanía tome en serio los simulacros, participe en ellos y se interese en estar ilustrado ante un eventual terremoto o tsunami. No creemos que sea mucho pedir.