La onda expansiva de la bomba de neutrones que ha significado para la clase política y el Ministerio Público el testimonio de Jaime Villanueva, exasesor de la suspendida fiscal de la Nación, Patricia Benavides, no ha dejado de causar escombros, pues el fin de semana se han conocido las coordinaciones entre el fiscal Rafael Vela y el hoy prófugo Vladimir Cerrón, en la casa de la congresista Ruth Luque, para que Pedro Castillo no sea investigado por los líos que cargaba Perú Libre desde la campaña.

¿Así se maneja la justicia en el Perú, en reuniones informales y con diálogos telefónicos entre un fiscal y un personaje que en ese momento ya era un condenado por ladrón? ¿Quién pone orden acá? Si usted, estimado lector, cayera, por la razón que sea, en manos del Ministerio Público, ¿estaría tranquilo si su caso fuera manejado de la manera como trabajan Vela y José Domingo Pérez?

El gran problema es que mientras los fiscales “mediáticos” y hasta convertidos en “héroes” andan metidos en asuntos nada claros, sus colegas encargados de luchar contra la inseguridad y la violencia callejera no trabajan bien y son campeones sacando delincuentes de alta peligrosidad. Sin duda algo no está bien en el Ministerio Público, por lo que las cosas tienen que cambiar de raíz.

Actualmente el Ministerio Público, con sus cabezas, no es garantía de nada bueno. La politización y las pugnas por el poder han superado todos los límites. Es urgente una renovación o, incluso, una refundación, pero urgente.

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