En la segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo el país llegaba ciego a tomar una decisión que hoy nos está costando caro. En mi caso, conocía de la corrupción y las acciones delincuenciales que cometía Perú Libre y Vladimir Cerrón en Junín, pero el resto del Perú no sabía nada de esto y por eso tomé la decisión de advertir del grave peligro que corríamos si esta organización criminal llegaba al poder. En esa lucha, lamentablemente estuve solo.

Tras el catastrófico resultado que ya todos conocemos, viajé a España para poner a buen recaudo a mi familia, sin embargo, luego de unos meses, volví al Perú para unirme a cientos de patriotas que marchaban pidiendo la vacancia de Pedro Castillo. Regresar a mi país, sabiendo de las infamias y el acoso judicial que me tenía preparado Perú Libre, no fue fácil, pero aquí estoy. Tampoco fue fácil, renunciar a mi candidatura a la alcaldía de Lima con Fuerza Popular con el objetivo de no dividir el voto de la oposición y cerrarle el paso al topo de la izquierda, Daniel Urresti, y así lo hice.

Hoy, ante un fraude en marcha para las elecciones municipales y regionales, y con Salas Arenas y el Jurado Nacional de Elecciones favoreciendo a candidatos aliados de Castillo que no pudieron inscribirse, he vuelto a sentir que estoy luchando en solitario. Por eso comparto la indignación que Beto Ortiz ha expresado en su programa contra la oposición. Nosotros no podemos poner nuestros intereses o ambiciones políticas por encima de la tragedia que estamos viviendo como país y no hacer nada. Si algunos políticos no tienen las agallas de hacer sacrificios, nosotros sí lo haremos.

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