El economista boliviano, Luis Arce, vencedor en la contienda electoral presidencial del domingo último con el 52,3% de los votos, superando cualquier prognosis que advertía la posibilidad de una segunda vuelta con el expresidente, Carlos Mesa, ahora entrará en una prueba de fuego para demostrar si realmente gobernará su país liberado de las instrucciones de Evo Morales, a quien visitaba en Buenos Aires durante gran parte de la campaña, o se convertirá en el mandatario ensombrecido por la figura de Morales, que no va a renunciar a que se lo mire como el único caudillo del MAS en la historia contemporánea de Bolivia.

El pueblo altiplánico ha elegido a Luis Arce por sus buenos manejos de la economía del país durante el tiempo en que estuvo a cargo de la cartera de Hacienda en los tiempos de Evo. Esto último es muy importante.

Su suerte, entonces -si acaso no quiere convertirse en piñata de la oposición boliviana-, deberá ser ganar liderazgo con autonomía en su discurso, esencialmente propio. Juan Manuel Santos, en Colombia, y Lenin Moreno, en Ecuador, se dieron cuenta de la necesidad de desligarse de Álvaro Uribe y Rafael Correa, respectivamente, sus inocultables mentores políticos a los que en la práctica les debían haber llegado a la primera magistratura del Estado.

Luis Arce, entonces, no debería ser la excepción y asumir que todos los bolivianos, lo que incluye a los detractores de Evo, esperarán que se conduzca a distancia -no solo por la pandemia- del renunciante mandatario cocalero. Arce tiene recursos personales y profesionales para hacerlo.

De hecho, está formado académicamente en el Reino Unido y cuenta con estudios posteriores en la Universidad de Harvard, sin duda una vitrina a la que deberá sacarle el máximo provecho político ante la inminente actuación de sus adversarios, que en realidad son los enemigos de Evo.

En política es muy importante el conducirse libertado del jefe o líder cuando se ha dado un paso relevante. Arce, entonces, necesariamente deberá destetarse de Morales y eso lo vamos a ver recién con el retorno Evo a La Paz, que seguramente será apenas el economista asuma la presidencia de Bolivia.