Los largos años de socialismo del siglo XXI han consolidado en la región una corriente de izquierdas que ha llegado para quedarse porque su modelo de gobierno logró encontrar en el Estado que crece sin límites un Leviatán que compite políticamente de manera exitosa. El Estado como ogro filantrópico no dejará de crecer en Latinoamérica, como no ha dejado de expandirse en todo el mundo. Siendo así, el movimiento político que identifique, controle y manipule el Leviatán estatal siempre será una opción relevante en una región acostumbrada a la realidad del populismo.
La ola populista que arrasa con la región no solo debe interpretarse en clave de eficiencia política por parte de las izquierdas. Las derechas han fracasado en sus intentos de presentar alternativas viables al discurso estatal. Por un lado, cayendo en el radicalismo programático y sin tomar en cuenta los delicados equilibrios económicos, sociales, ideológicos e incluso religiosos, las derechas han perdido una notable oportunidad y el retorno del socialismo del siglo XXI se ha producido con una relativa facilidad en tiempo y espacio.
Hace falta, por tanto, analizar los alcances del discurso radicalizado de las derechas, hoy tan defendido por el voluntarismo político. Pocas veces se ha presentado de manera tan descarnada una oportunidad para condenar a las izquierdas a la irrelevancia electoral. Sin embargo, Lula ha regresado con fuerza, incluso si proceden las impugnaciones. ¿Cómo es esto posible? Aquí no basta con hablar de simple propaganda. En Brasil, los opositores de Lula olvidaron que no existe enemigo pequeño, que el Estado es una realidad, guste o no, necesaria, imprescindible para una mayoría necesitada. Y que sobre esas premisas se debe construir el discurso electoral, no sobre el voluntarismo bienintencionado.