La posición conocida de Mauricio Macri, el flamante presidente de Argentina, sobre los derechos humanos en Venezuela se ha estrenado internacionalmente en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur que agrupa, además, a Brasil, Paraguay y Uruguay. Macri, conforme el discurso que mantuvo en la campaña electoral de frontalidad al chavismo, sin titubear acaba de decir en Asunción que el régimen de Nicolás Maduro, que ha perdido el control de la Asamblea Nacional que tuvieron por más de tres lustros y que a partir del 5 de enero quedará en manos de la oposición venezolana, debe liberar de inmediato a todos los presos políticos que yacen en las cárceles de ese país. La respuesta en ese foro de la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, por la explicable ausencia de un Maduro vulnerable, ha sido señalarle a Macri una supuesta injerencia en los asuntos internos de su país. La ministra llanera se olvida que hay principios del derecho internacional que llevan a los gobiernos a emitir pronunciamientos en reuniones internacionales, como es el caso de Mercosur, más aún cuando los Estados participantes son firmantes de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, cuyo imperativo para todas las partes es adoptar una posición frente al permanente abuso de los derechos humanos, lo que sucede en Venezuela. El Mercosur tendrá otro comportamiento en adelante, más allá del fuego cruzado que ha comenzado entre los dos gobiernos aludidos. Mientras Macri busca ensanchar el accionar del Mercosur -con apoyo de los demás socios- hacia otros espacios como la Alianza del Pacífico, Maduro va quedándose solo en el frente externo.