La satisfacción de lograr comprender a la naturaleza ha sido, desde siempre, una motivación y el estar dedicada a la ciencia muchas veces me ha llenado de satisfacción y otras a entender que siempre debes estar preparándote para poder enfrentar nuevos retos y que cada día hay algo por conocer.

La investigación comienza por buscar entender el porqué de las cosas, los diferentes procesos naturales que en muchos casos causan daños a la población y no porque sean peligrosos, sino porque el desconocimiento nos hace vulnerables. Esto evidencia la necesidad de generar estudios y/o documentos técnico-científicos que sean herramientas básicas que contribuyan a la gestión del riesgo de desastre (GDR).

Ser madre y científica, como para toda mujer, trajo para mí una forma diferente de ver la realidad, tener nuevas prioridades, poner más esfuerzo, menos tiempo. Pero ahora la satisfacción, de contribuir con la sociedad con los estudios de investigación realizados y el amor por mis hijos me hace sentir que cualquier sacrificio vale la pena.

Aunque es una realidad que la maternidad temporalmente reduce el tiempo dedicado a los trabajos científicos, pasantías, capacitaciones y hay un efecto en la producción, pero son etapas mientras van creciendo nuestros mayores proyectos, nuestros hijos. La pasión por la labor científica nos permite seguir trabajando y generando información útil para la población, así como un nuevo conocimiento.

Para mí, ser mamá es un regalo divino y la ciencia mi pasión. La naturaleza es sabia y es necesario aprender a convivir con ella, mediante el conocimiento y cuidado de nuestra Tierra. El camino de la ciencia un reto, seguirlo requiere de trabajo arduo, mucho sacrificio y el continuo esfuerzo en lograr superarse y no rendirse.

En el IGP seguimos realizando Ciencia para avanzar, ciencia para protegernos.

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