Las recientes actitudes de Nicolás Maduro pueden resumirse en un abierto desconocimiento de la voluntad popular manifestada en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre en que el régimen perdió la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional. Este hombre no entiende el valor de la democracia y eso es muy grave. No entiende que en este sistema unos ganan y otros pierden y que lo que diga la mayoría se convierte en regla del derecho. Maduro, a pocos días de perder el poder que le permitía hacer cuanto quería a sus anchas, con apuro ha nombrado como defensora pública a una jueza chavista, ha designado a 13 magistrados adictos a su “revolución” para el Tribunal Supremo de Justicia que controla sin descaro e histriónicamente ha creado un Parlamento Comunal que funcionará en paralelo al legitimado por el pueblo en las urnas. Pensé que Maduro iba a dar un giro lógico porque además no tenía otra alternativa, pero veo que su terquedad lo está consumiendo. Una razón de fondo que lo llevaría a actuar de esta manera sería el hecho de que sin poder saldrán a la luz muchas cuestiones negativas que lo terminen metiendo en la cárcel y con él a su séquito privilegiado. El 5 de enero con nueva Asamblea Nacional se dictarán medidas importantes e inmediatas que Maduro no va a poder detener. Ni la oposición ni la comunidad internacional se van a quedar de brazos cruzados y su caída se podría apresurar promovida por un importante sector de militares y civiles hartos de no ver una salida a la crisis a todo nivel en el país. La torta ya se está volteando contra un Maduro que en su desesperación está cavando su propia tumba.

TAGS RELACIONADOS