¡¡Maldita prensa!!

Maldita, sí. Porque mientras más políticos la vean así -como un periodismo impertinente, metete y fiscalizador-, sean del Gobierno o de oposición, mejor será para todos. De ahí que sea una buena noticia que el presidente Ollanta Humala se queje de la prensa independiente. Lo contrario sería evidencia de que no estamos haciendo bien nuestro trabajo. ¿O es que acaso no ocurría lo mismo con Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Alan García?

En los 90, Fujimori y Montesinos decían que la prensa independiente estaba movida por “los enemigos” del Perú. Así, su prensa chicha difamó a periodistas -eran pocos, pero ahí estaban- que denunciaban valientemente la corrupción política. Luego llegó Toledo, quien sindicaba a “la mafia” cada vez que los medios denunciaban a sus “almeydas” y demás escándalos que lo salpicaban. Y cuando García y la explosión de los Petroaudios, los ‘compañeros’ alegaban que había “intereses económicos” boicoteando al aprismo. Ahora Humala se queja porque “hay una campaña inescrupulosa” contra su esposa, y que los medios “tendrán que explicar qué intereses subalternos obedecen”.

Ante bravatas, así la prensa tiene que seguir haciendo su trabajo. ¿Que han habido y hay excesos? Sin duda. ¿Malas prácticas periodísticas y acusaciones sin base? También. Pero para eso están los argumentos y una reacción oportuna, rápida, que ponga en su sitio al mal periodismo. Las amenazas y el viejo truco de poner a todos en el mismo saco nunca dieron resultado.

Lo que hoy ocurre es simple: el Mandatario y la Primera Dama están perdiendo la calma y disparando a todos lados. ¡Ahora resulta que la prensa es enemiga de los programas sociales! Y que Nadine, como asegura Humala, ¡es una “luchadora social” perseguida! (Curiosa lucha: las dos únicas entrevistas de Nadine en prensa escrita, que yo recuerde, han sido a Cosas y Hola. Pero ese es otro tema, okey). Ojalá comprendieran pronto que la soberbia y la soledad son pésimas consejeras.