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Es muy común escuchar, cuando se opina sobre el mal comportamiento de ciertas populares figuras de la televisión, que estas deberían reconsiderar su forma y estilo de vida fuera de las pantallas porque son un “ejemplo para sus seguidores” y lo que hagan, para bien o para mal, va a repercutir en quienes los respaldan fielmente. Pongamos los pies sobre la tierra. ¿Ustedes creen que todos los que forman parte del show business televisivo buscan ser ejemplo de algo? ¿Ustedes imaginan que, cuando a alguien le proponen firmar un ventajoso contrato para un programa de televisión, piensa en ser un referente de las buenas costumbres? No pues, y tampoco creemos que tengan la obligación de ser los abanderados de nada; son simples seres humanos con talento -algunos- que ingresan a un medio de comunicación a desarrollar lo que saben. Hasta que sirvan estarán, y luego llegarán otros para reemplazarlos; así funciona el negocio aquí y en todos lados, esa es la verdad. Entonces deben aprovechar lo que les toca porque el tiempo y la vigencia apremian, y lo que menos piensan es en proyectar la imagen de la mujer o el hombre perfecto... Lo que sí creemos es que, en el camino, si no lo han entendido, alguien debería recordarles a todas estas figuras del “Olimpo de la pantalla” que hoy, en épocas de Internet, streaming y redes sociales, aunque no lo quieran, no lo han buscado, y ese no es su rollo, deberían pensar un poco en lo que proyectan fuera de los sets de TV. Un ejemplo palpable, y que esta semana causó mucho revuelo mediático, fue la denuncia de una exparticipante de un reality de competencia que aseguró haber sido drogada en una fiesta en la que también estaban populares figuras de un programa de alta audiencia. El asunto es serio, merece una investigación, y mucho más si de una u otra forma hay personajes ampliamente conocidos involucrados en el asunto; a todos les conviene que se aclare lo que sucedió para no manchar honras y no hacer “espíritu de cuerpo”. Tras los acontecimientos, resulta necesario que todos estos jóvenes atléticos y guapas señoritas que participan en estos espacios y que de verdad se han convertido, lo quieran o no, en ídolos de jovencitos y niños que bajen un poco las revoluciones. Aunque no lo han buscado, ni pedido, lo que hagan y digan se difunde, se comenta, afecta a quienes los ven como “intocables”. Que tengan cuidado dónde se divierten, con quién, que entiendan que la “guerra” no es solo en la TV, sino también en la calle.