Es de esperarse que caiga todo el peso de la ley a Abel Valdivia Montoya, el asesino del comunicador Christian Enrique Tirado, quien recibió un balazo en las afueras de la fiesta de Lince a la que asistió la cuestionada congresista Rosselli Amuruz y su negada pareja, el exlegislador Paul García.
Lejos de ponerse a derecho luego de crimen, este sujeto huyó a Colombia y más tarde viajó a Rusia, donde finalmente ha quedado bajo arresto en espera de ser extraditado el Perú.
Es evidente que intención de esclarecer el asesinato y colaborar con la justicia, no ha tenido, por lo que el Poder Judicial está en la obligación de actuar con mano dura.
Valdivia registra muy dudosos antecedentes policiales y debería investigarse por qué con ese pasado a cuestas, se le había entregado licencia para portar el arma con la que ha acabado con una valiosa vida.
El primer paso frente al crimen de Enrique Tirado, es traer de Rusia al Valdivia Montoya y más tarde aplicarle la ley sin contemplaciones. La cárcel por un largo tiempo es lo que debería disponerse acá. Lo decimos porque pese a los antecedentes que registra, siempre salió bien librado.
Y mientras tanto, a la legisladora Amuruz sigue como tercera vicepresidenta del Congreso, simplemente porque estamos en el Parlamento de los “otorongos”.