En el Perú, la pesca es una actividad milenaria, y el mar peruano es uno de los 5 más productivos del planeta; de ahí que existen razones suficientes para que en nuestro país el consumo de pescado sea la base de nuestra alimentación, siendo además conocido por todos que el pescado es una fuente de nutrientes importantísimos como el Omega y un excelente aliado contra la anemia.
Sin embargo, el consumo de pescado por habitante está por debajo de los 20 kg al año, razón por la cual todos los actores del sector debemos hacer los esfuerzos necesarios para acercar los productos hidrobiológicos a las poblaciones.
En ese sentido, saludamos las medidas que desde el Ejecutivo se vienen tomando para fortalecer a la pesca artesanal, que se vio duramente afectada por la pandemia; las cuales -si bien son positivas- no resuelven el problema de fondo toda vez que el desafío es aún mayor.
En efecto, para atender la problemática de la pesca artesanal se deben considerar programas de formalización que no solo queden en el papel sino que ayuden a este sector a ser más productivo y competitivo.
Asimismo, el rol del Estado pasa por la construcción de adecuados desembarcaderos que permitan a los pescadores descargar sus productos eficientemente, a tiempo y con la debida seguridad; así como asegurar una adecuada cadena de frío, requisito sine quanon que permitirá por un lado, otorgar al pescador el poder de negociación sobre los precios de sus productos; y por otro, conquistar nuevos mercados, en especial de la sierra.
Una fórmula adecuada y que venimos implementado desde el gremio es, por ejemplo, realizar alianzas con las señoras de los comedores populares y ollas comunes que, además de ser excelentes cocineras y lideresas, son excelentes voceras para promover la importancia del consumo de pescado. Hay todavía mucho por hacer, pero podríamos empezar por impulsar estas medidas. Manos a la Olla.