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Llegan diciembre y los balances que nos ayudan a establecer lo bueno, lo malo y lo feo-feo del acontecer político del año que termina. Y qué peor noticia que la prescripción que favorece a varios involucrados en el escándalo de corrupción más grave del Gobierno pasado -¡los “petroaudios”!- para confirmar, gracias a la desidia de fiscales y jueces, lo lejos que estamos de ser una sociedad donde el asalto al erario público sea una excepción punible y no la regla.

Así, véase cómo durante este 2014 el principal socio político del Gobierno, Alejandro Toledo, no pudo explicar su prosperidad inmobiliaria (sospechosa en un exjefe de Estado) y cómo una por una se caían sus coartadas gracias al rol fiscalizador de la prensa. No se diga menos de la manera como el propio Ollanta Humala y Nadine Heredia han manejado el tema de sus relaciones con Martín Belaunde Lossio y otros operadores que han hecho millonarios contratos con el Estado, luego de prestar servicios esenciales durante la campaña pasada.

¿Deja el humalismo la sensación de que quiere investigar en serio y castigar a los responsables? Para nada. Y eso se suma a un Congreso donde tanto oficialismo como oposición han “brillado” en decenas de denuncias que ponían sobre la mesa sus conflictos de intereses y negociados con los que intentaron sacarle la vuelta al Estado. Y de esto, en todas las tiendas políticas.

El ámbito regional-municipal tampoco estuvo exento de evidencias que mandaron a la cárcel o a la clandestinidad a presidentes regionales (Áncash, Cajamarca, Tumbes y Madre de Dios, por citar algunos) y alcaldes provinciales a los que se les encontró millones bajo la cama (Chiclayo). Incluso vemos autoridades elegidas con pena de cárcel efectiva bajo el brazo (Moquegua). Súmese a ello el fiscal de la Nación más cuestionado de los últimos 15 años y un Poder Judicial que dilata los procesos abriéndole camino a la prescripción. Y podríamos seguir...

Queda la sensación de que solo una gran implosión acabaría con tanto “chanchullo” y políticos inmunes a la indignación ciudadana, pero es obvio que un resultado en esa línea sería funesto.

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