El Estado debe aplicar su rol de regulador de la actividad privada, y proceder a sancionar con todo el peso que le permita la ley a la la empresa Refinería La Pampilla S.A.A. no solo por el derrame de crudo ocurrido mientras una embarcación realizaba la descarga de crudo frente en el litoral de Ventanilla, sino también por haber ocultado información a las autoridades acerca de la magnitud del incidente ocurrido el sábado en que el mar se agitó tras la erupción de un volcán en el Océano Pacífico.
Según ha señalado el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), la empresa Refinería La Pampilla S.A.A. (perteneciente al grupo Repsol YPF) reportó en un primer momento que el derrame de crudo era de apenas 0,16 barriles. Sin embargo, con el paso de las horas y los días, la realidad iba diciendo otra cosa. Hoy se sabe que al mar no cayeron menos de seis mil barriles, los que han afectado el mar y las costas de Ventanilla (Callao), Santa Rosa y Ancón (Lima).
Hasta el momento la marea negra ha dañado 18 mil metros cuadrados en el litoral del norte de Lima y del Primer Puerto, así como la fauna de esa zona llena de aves que habitan las islas e islotes que por allí existen. De igual forma, pescadores artesanales de Ancón han visto afectadas sus labores. La situación es crítica por donde se mire. Los expertos señalan que pudieron adoptarse medidas de control más agresivas, de haberse conocido la magnitud del daño desde el principio.
El alcalde de Ventanilla, Pedro Spadaro, ha manifestado su justo malestar por el hecho de que recién el lunes, 48 horas después del derrame de petróleo frente a la refinería La Pampilla, la empresa haya mandado 12 personas con palas y recogedores caseros para limpiar las inmensas manchas de crudo que tardarían tres semanas en ser retiradas si es que se cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas, según ha precisado el burgomaestre de Ancón, Pedro Barrera.
Acá tiene que haber una sanción ejemplar a la empresa, que de otro lado debe ser obligada a afinar sus procesos a fin de evitar más derrames y daños al medio ambiente que rodea su zona de operaciones. Lo sucedido el sábado en el mar, la posterior falta de información veraz que impidió tomar acciones inmediatas y finalmente el poco interés mostrado al mandar gente a limpiar las playas con recogedores de plástico, hacen que la subsidiaria de Repsol YPF sea indefendible.