Por el colapso de ayer de los principales aplicativos –Facebook, Instagram y WhatsApp–, que dominan en las redes sociales, queda claro para la humanidad de que no solo la pandemia de la Covid-19, está cambiando muchas conductas de la interacción social contemporánea. Aunque es verdad que nuestras comunicaciones por la diversidad de los medios informáticos que tenemos a la mano, además de los referidos, contando a Twitter, Youtube, etc., ya venían formando parte de la vida cotidiana en que nos desenvolvemos en los últimas años, lo que es una completa realidad y sin discusión es que, por la atípica circunstancia internacional de ayer, nos hemos vuelto usuarios dependientes. Ayer muchos acuerdos o negocios quedaron inconclusos o frustrados hasta con millonarias pérdidas sobre todo para quienes están involucrados directamente en el mundo de las comunicaciones en su diversidad de manifestaciones. Siendo verdad, entonces, que nos hallamos inmersos en el mundo de la sociedad virtual por excelencia donde las prácticas informáticas anteriores a la pandemia eran una excepción y hoy son una regla, será necesario que comencemos a explorar sin alarmismos, otras razones asociadas al mundo competitivo del ciberespacio, como es el caso de la ciberseguridad y la ciberdefensa. Nadie ha hecho referencia a actos anómalos o deliberados porque seguramente no han sucedido, pero en adelante podríamos comenzar a experimentar una sociedad con esas complejidades. Lo cierto es que nuestras relaciones humanas están afirmando a la sociedad virtual que terminará imponiéndose y convirtiendo a este período en uno dominado completamente por el internet. El mundo no puede detenerse y el hombre ahora desde su propia casa, ordena su agenda para cumplir con sus responsabilidades domésticas y profesionales. En definitiva, la gente prescindirá cada vez más de los contactos directos –no es nada prometedor ni es lo deseado– para reducirlos al mundo de los instrumentos del internet y de las nuevas tecnologías, volviendo a las personas más pragmáticas y de paso, más frías y calculadoras, y, por tanto, menos solidarias, porque los botones y los iconos, se convertirán en la regla para mostrar nuestros estados anímicos como los de ayer en que ha sido desnudado a millones de personas irritables e impacientes.
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