La semana que pasó, el sujeto que secuestró y violó a una niña de tres años, en Chiclayo, decidió poner fin a su vida. En Huánuco, el Ministerio Público abrió una investigación luego que una directora denunciara la violación de once escolares de un colegio en el distrito de Chaglla y, en otro caso, una menor de solo 13 años se convirtió en madre luego que fuera ultrajada por su tío y su primo.

¿Qué tienen en común estos tres casos? Que fueron los más mediáticos de los últimos días, pero no los únicos registrados a nivel nacional y, si no se aplican acciones concretas, pasarán a formar parte de la fría estadística que indica que los casos de violación a niños, niñas y adolescentes no deja de aumentar año con año en el Perú y que se agudizaron debido a las restricciones de dictadas para evitar el aumento de casos Covid-19.

Hasta el momento, las autoridades han sido reactivas frente a esta problemática e incluso, se ha retrocedido pues el Congreso dio una ley que elimina la Educación Sexual Integral (ESI) del Currículo Nacional y el Ejecutivo no ha pronunciado sobre si la observará.

Las cifras de agresiones sexuales a menores demuestran que ESI es necesaria y debe estar fuera de las creencias religiosas para evitar que haya cada vez más víctimas.

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