Los sorprendentes resultados electorales en Argentina dieron por virtual ganador al candidato Javier Milei. El anunció de su victoria corrió a cargo de su rival en el balotaje, Sergio Massa, frente a sus militantes anunciando su retiro de la actividad política. El deseo de Massa para delegar en Milei la conducción inmediata de la economía resulta irresponsable. El excandidato tampoco dejó de infundir miedo y temor, a la vez de respetar la decisión de una clara mayoría de argentinos. El gobierno de Alberto Fernández culminará tras la juramentación del nuevo jefe de Estado argentino. El presidente electo asumirá funciones el domingo 10 de diciembre. A partir de ese momento nombrará a los miembros del nuevo gabinete, no antes. Por eso, las transiciones democráticas son similares a una carrera con postas.

Cuando Milei asuma la presidencia, sus decisiones deberán estar conformes con las atribuciones exclusivas del ejecutivo. El ajuste económico forma parte de sus competencias de gobierno, pero otras medidas serán con apoyo de una mayoría parlamentaria y ahí estará el problema. Su partido necesitará producir acuerdos suficientes para lograr una reforma constitucional que prescinda del banco federal y dolarizar la economía. En otras palabras, Javier Milei candidato, outsider y singular presidente de la República deberá mostrar su perfil más político para alcanzar sus objetivos frente a la oposición parlamentaria, moderar la forma para alcanzarlos, saber sumar voluntades y conservar la confianza de una mayoría que apostó por el cambio. La clave del gobierno en los próximos cuatro años será saber poner en práctica la realpolitik.

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