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Es fácil de imaginar que en estos momentos de convulsión política dentro del establishment, la cual ha llegado a su cúspide con la propuesta del presidente Martín Vizcarra de adelantar las elecciones para acabar con su mandato y el del Congreso, muchos personajes de la izquierda, especialmente los más radicales y casi “antisistema”, deben estar frotándose las manos sabiendo que podrían ser los grandes ganadores de todo este desmadre.

En las elecciones del 2016, las urnas dieron como vencedor a Pedro Pablo Kuczynski y otorgaron mayoría en el Congreso al fujimorismo. Ambas opciones pueden considerarse, en teoría, de derecha y muy lejanas a las nefastas propuestas estatistas, cavernarias y largamente fracasadas como las que ofrecían Verónika Mendoza y Gregorio Santos, quien insólitamente hizo campaña desde un penal al estar en esos momentos bajo prisión preventiva por presunta corrupción.

Lamentablemente, los enfrentamientos entre el fujimorismo -que jamás aceptó la derrota de Keiko Fujimori- y los gobiernos de los presidentes Kuczynski y Vizcarra están dando insumos potentes para personajes como los mencionados, a los que se suman el agitador e intransigente de Elmer Cáceres Llica, el abiertamente chavista Vladimir Cerrón y quizá otros como el puneño Walter Aduviri, sindicado como responsable del violento “Aimarazo” del 2011.

Las opciones ganadoras de abril del 2016 están sirviendo la mesa a quienes nos podrían llevar al hoyo con un discurso populista y demagogo de supuesto “cambio radical”, “justicia social”, “inclusión social”, “hambre cero” y “aumento de sueldo para todos”; además de un mensaje antiinversión privada y antiminero, y a favor del caduco “Estado empresario”, donde la corrupción y los puestos de trabajo para los amigos y correligionarios están a la orden del día.

Es bueno salir de la crisis en la que nos encontramos, la cual se ha visto agravada con un innecesario pedido de adelanto de elecciones. Sin embargo, es mejor mirar hacia el mediano y largo plazo, y tratar de advertir lo que podría ocurrir con el Perú si llegase a caer en manos de ideas trasnochadas y fracasadas como las que profesan algunos de los mencionados líneas arriba u otros que, sin duda, estarán esperando su momento para levantar la cabeza y hacer su nefasta aparición.