Hacerle seguimiento a la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha tomado mayor relevancia que de costumbre en la ciudadanía, por la coyuntura política y económica nacional e internacional. Crisis de los contenedores, como resultado de la reactivación de las economías postpandemia; y el conflicto entre Rusia y Ucrania, que afectó los precios de petróleo, maíz, trigo, entre otros, como parte de un fenómeno global; y la poca capacidad del Gobierno de turno para mitigar los efectos de estos factores externos.

Así, según cifras del INEI, en el periodo enero-octubre de 2022, la variación del IPC fue de 7.37%, con respecto al mismo periodo de 2021. El rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas, que cuenta con el mayor peso en la canasta del IPC, varió un 13.1%, siendo los productos que registraron mayor crecimiento el maracuyá, el limón, la palta fuerte, la naranja de mesa y la uva blanca. Por su parte, el IPC asociado al transporte aumentó un 9.07%; mientras que el de restaurantes y hoteles, un 8.34%.

A nivel de principales ciudades, las variaciones en el IPC son dispares. Tenemos a Huaraz y Cerro de Pasco, con variaciones de 10.13% y 9.95%, respectivamente; y Moyobamba y Pucallpa, con 4.29% y 6.1%. En lo que respecta a Piura, la variación de precios a octubre de este año es de 8.10%; sí, por encima del promedio nacional, y muy probablemente cierre el año con una inflación de 9%. Se estima que la variación de precios volvería al rango entre 1% y 3% durante 2023; ¿será? Ojalá, por el bien de las personas más vulnerables y los bolsillos de todos.

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