GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

El drama de los vecinos de Cantagallo empezó mucho antes del incendio. La comunidad shipiba que vive y trabaja allí lleva un largo tiempo esperando que el accionar de las autoridades la tenga en cuenta. Sin embargo, con el pasar de los almanaques y la sucesión de gestiones municipales, su situación se agrava y siguen siendo tratados como ciudadanos de segunda clase.

Repasemos el contexto de esta desgracia. Luis Castañeda es investigado por presuntamente haber negociado con un empresario corrupto para trabar Río Verde, el proyecto que implicaba la reubicación de marras. El reelegido alcalde, luego, no solo canceló la obra, sino que decidió construir el by-pass de 28 de Julio en lugar de mudar a las familias de Cantagallo. Esa es la “solidaridad” de Castañeda: importa más una pista que la gente sin techo.

El burgomaestre es reconocido, más que por sus “obras”, por su reticencia a hablar y rendir cuentas. No obstante, apenas ocurrido el incendio, el “Mudo” apareció ante las cámaras llevando carpas a los damnificados y posando para las fotos. Y a la hora de responder por qué no fueron reubicados a tiempo, solo atinó a decir que “les vendieron ilusiones”.

El proyecto que los incluía fue truncado. La reubicación prometida nunca llegó. Y ahora, tras la tragedia del incendio, se han convertido prácticamente en un pueblo errante. La vulnerabilidad se convirtió en emergencia. Y sin un suelo propio donde reconstruir sus hogares, ni un destino al cual migrar, los habitantes de Cantagallo se sienten las víctimas del “asesino de la ilusión” (como entonaría Leusemia).

Hay pruebas suficientes para ser suspicaces, para cuestionar, para dudar y, sobre todo, para exigir respuestas. 

TAGS RELACIONADOS