Cada año, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, representa un espacio para reflexionar en torno a lo que significa ser mujer. Este año yo quiero preguntarles, ¿de quiénes hablamos cuando hablamos de “las mujeres”? Si bien hay problemas universales que toda mujer enfrenta, creo que en países como el nuestro la situación es aún más compleja. Ser mujer es solo una pequeña parte a la hora de explicar las desigualdades, porque, lamentablemente, el lugar en el que naces todavía determina en buena medida las oportunidades a las que tendrás acceso.

Si pensamos en “las mujeres” como grupo homogéneo, dejamos de lado los derechos y necesidades más básicas a los que una porción de personas en el país aún no tiene acceso. Dejamos de lado que las desigualdades entre “las mujeres” en el país son muy profundas también.

Yo soy mujer. Crecí con privilegios como una buena educación y una infancia tranquila. ¿Es acaso mi situación comparable a la de tantas mujeres peruanas que no han tenido acceso a los mismos privilegios que yo? De ninguna manera. Y, ¿qué hay de aquellas que ni siquiera han tenido la opción de acceder a derechos tan básicos como una educación? Por eso creo que -si bien es importante reconocer los obstáculos que supone haber nacido mujer-, es igual de importante tener claro que muchas mujeres no solo enfrentan los retos que su género les impone.

Claro que podemos conversar sobre cuotas de género y acción afirmativa, pero creo que, a la par, hay un piso que tenemos que construir como país para poder continuar estas conversaciones. Educación. Salud. Seguridad alimentaria. Lo básico y esencial para que una persona pueda desarrollarse y realizarse. Cosas que en el Perú aún no están aseguradas para todos.

No olvidemos lo fundamental.